martes, 21 de enero de 2014

PARA EMPEZAR EL DÍA



     Los días, considerados no sólo en su aspecto atmosférico, pueden ser propicios o nefastos, sin que nada los hagan desviarse una pizca de su azaroso camino salutaciones en bocas generosas, que nos ofrecen un hálito de esperanza, de promesa de que la jornada que tenemos por delante transcurra sin ninguna emboscada de las que con harta frecuencia suele depararnos nuestra existencia.
     Desde el remoto y clásico "¡Que los dioses te acompañen y ten sean benévolos" de los antiguos, hasta el "¡vaya usted con Dios!", tan andaluz de hace muy poco,  han evolucionado, si se le puede llamar así, los matinales saludos a un escueto y universal "¡buenos días!, menos expresivo y más austero que lo fueron sus hermanos de otras épocas. Lo que esperamos es que no sigan mermando y que lo que alguna vez tengamos que oír como acompañamiento no sea  una maldición o un "¡Ahí te pudras!".  Conforta pensar, Zaide, sin embargo, que acontecerá lo que los cielos, magnánimos o funestos, les venga en gana. Un consuelo, después de todo, por estulto y manido que este sea.


1 comentario:

  1. Sí que se han perdido algunas hermosas salutaciones. Hace unas semanas, paseando por un pueblo malagueño (no era de la Costa), alguien me dijo: 'A la paz de Dios...', y me supo a gloria. Claro que, lejos de vuestra tierra, muy pocas personas saben desentrañar aquella maldición de 'En Ronda mueras acarreando zaques'.
    Un abrazo.

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