La prensa de ayer sorprendía con la noticia, que refrendaban los altos cargos del ministerio y del gobierno andaluz, de un aprobado proyecto para Antequera, faraónico por sus proporciones y por la creación de empleos, unos siete mil. Un circuito, el más grande del mundo, para probar trenes de alta velocidad, con una inversión de cuatrocientos millones de euros. "Innovación y prosperidad van de la mano", dijo una ministra.
"Prosperidad y abandono, diríamos nosotros, en el limitado espacio de poco más de medio centenar de quilómetros, se dan la mano; pero lustrosa y satisfecha una de su suerte, raquítica y pobre, la otra". Duele que por nuestra comarca ni pasen los proyectos, ni los euros, ni las inversiones. Nada nuevo, hoy como ayer, nada se ha movido en este aspecto. El secular olvido que no quiere dejarnos, tan enquistado está. ¡Santo cielo, cuánto cuesta por aquí construir sólo media docena de kilómetros de carretera, y no digamos emprender una nueva porque eso sería una utopía! ¡Cuánto clausurar unos pasos de ferrocarril! ¡Cuánto reparar una iglesia, un monumento en ruinas! ¡Cuánto limpiar un río!
Así y todos, ahora que hay votaciones en puerta, como estúpidos, volveremos a ilusionarnos, como otras veces, con promesas electorales, que no tardaremos en comprobar dentro de unos meses que son inauditas porque nunca, ni por asomo, las veremos hecha realidad. Mientras, ciudades tan cercanas, tan parecida a la nuestra por situación y población, parecen tocadas de la mano de Dios: soberbias carreteras, AVE y lo que sea...
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