martes, 22 de febrero de 2011

NOMBRES FIELES A LA HISTORIA

    De las barriadas de nuestra población, consta la llamada de las Casas de Hierro, como una de las más humildes y menos transitadas por los residentes en otros lugares de la ciudad. Su condición de viviendas baratas, ya implícita en la "protección oficial", que le otorgaba el régimen dictatorial de entonces, y que como una corona quedaba inscrito en sus fachadas,  aparte de fijar la característica de ausencia de lujos innecesarios, las condenaba a situarse en un terreno que, como en casos parecidos, señalaba el límite urbano de Ronda: la frontera con el campo o el descampado si se quiere. No muy atractivo, en cualquier caso, pese a su precio, porque nadie quería vivir lejos del centro comercial o monumental.
   Engullida hoy por otros bloques, edificaciones y barriadas, que se han ido añadiendo, sin moverse, curiosamente, en nuestra imaginación, ha ido ganando distancias, como si una fuerza desconocida hubiera contribuido con un descomunal empujón a un acercamiento al corazón de Ronda. Pero, más que nada, ha ganado orden, tranquilidad y recatado encanto. Calles como suspiros, pero abarrotadas de floridas macetas, de jazmines y celestinas en los recodos, de algún naranjo dando sombra y de faroles, aquí y allá, que adornan además de alumbrar.
   De todo, en un ambiente apto para el paseo, me quedo con el nombre de las calles. Sin excepción, de pueblos de nuestra Serranía. A ésta, por su fidelidad a Ronda, por su pareja historia y desengaños, por participar de la misma atmósfera, de montaraz naturaleza pareja, por su empeño de desprenderse de  impuestas políticas de  fronteras provinciales, le debemos desde siempre un homenaje; este que ofrecen los rótulos, recordándonos que existen, es nimio, pero ya es algo.

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