Nuestra Señora de Gracia. Para nadie de los que andamos por estas tierras es un secreto que es el templo más antiguo de Ronda; pero más que eso, prescindiendo de su rico pasado, ligado a maestrantes, a forzadas lides, repoblaciones y paso de órdenes religiosas, esta iglesia ha sido desde su fundación un trozo tan incrustado en el escenario despejado del Barrio de San Francisco, tan familiar, tan a la vista nada más atravesar las murallas, que hoy a la plaza parece que la falta algo. La gracia, que no sólo el tejado, la que le dió nombre y solera, se la han quitado entre unos y otros.
Durante años, han jugado entre políticos, entidades benéficas (aunque poco lo parecen) y la misma Iglesia, que es una forma estupenda de evadir el bulto y no hacer nada, a señalar como culpable de su estado al que entre los citados tenía más cerca. Todavía hoy, que si cesiones, que si presupuestos, que si leche. De la iglesia, modesta, genuina, preciosa, cada vez nos queda menos a los que no entendemos de cifras, de balances ni de programas políticos, pero sí tenemos ojos.
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