En ese gran teatro al aire libre que es la calle, cada día se contemplan cosas más inauditas, la mayoría provocadas a causa de ese conciso pañuelo de mano en que se ha convertido el mundo. Como tantas otras actividades, los modos de vestir ya son universales. En ese afán imitativo de lo que hace el prójimo, por no quedarnos atrás, por ser tan snob como el que más lo sea, nos colocamos encima las prendas más absurdas, con enigmáticos mensajes en lenguas extrañas que no entendemos lo más mínimo.
Muy recientemente, no hemos podido menos que sonrojarnos a la vista de un españolito, que se paseaba muy ufano mostrando su llamativa camisetas, con extranjeras letras muy gordas que a nuestro idioma podían traducirse como: "Soy el mayor imbécil que pisa la tierra". Vivir para ver.
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