Alborea un mes como Dios manda. Adusto y ortodoxo, pero quién sabe, pues no lo era tanto su antecesor y a todos nos dejó boquiabiertos con sus extralimitadas y furibundas acciones. Al menos no nos sobrarán dedos de la mano para contar sus días, sino que nos faltarán; pero invoquemos a santos , manes y penates, para que sean dedos y no amor, preciso dinero o necesaria salud de la que carezcamos, pues sin ellos dislate sería seguir adelante. en este mundo engañoso, de trampas ocultas, dispuestas a abrirse a tu paso para engullirte, de enemigos con facas en las manos, esperándote.
Para no perdernos por fatalistas y sombrías veredas que descalabran el ánimo y el meollo; detengámonos en ese asomo de lirismo que nos dejan las mimosas; y ya que no nos fue posible gozar con la albura de los almendros, ya con el color dorado de las piedras milenarias que los cercan, admiremos ese alborozo que proponen sus lánguidas ramas y su gualda balanceo, llamando nuestra atención, pidiendo un poco de calma, al tiempo y a nuestros trillados espíritus.
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