Amigo Zaide, no seas necio y reflexiona, con mesura, en la prudencia del silencio, que el pensamiento tuyo, como el de los demás, es una de las pocas cosas que queda oculto a todo el mundo, y no te lo pueden quitar gobiernos ni monarcas.. Asaz desventuras origina, sin otra intervención, la vida, su impensado tránsito y desatinos, como para que metas fuego en una hoguera que ya arde con cuantiosas llamas.
Que te sirva de enseñanza la malhadada conducta de aquel conocido nuestro. Aupado a notables escaños de fortuna, con buenas o malas artes, que eso no viene al caso, empleó éstas en despreciar a sus servidores y amigos de menor rango. Pasaba el tiempo recreándose en contemplar sus inmensas heredades, nemorosos bosques y milenarios rebaños. Por sentirse dueño, hasta el sol que le alumbraba mansiones y posesiones, creyó tener como suyo. Pero advino la noche de la desgracia, el sol fue el primero en desaparecer; los servidores hartos de su maltrato huyeron buscando más conveniente hogar; imprevistos cataclismos dieron al traste con el valor de sus tierras y cosechas. Tan solo y despreciado anduvo después, que no se la ha vuelto a ver. Advertido quedas, amigo Zaide.
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