Mira Zaide que te aviso: que tu Dios no es mi Dios, ni tu fortuna la mía, y no hostigues a nadie a cuenta de eso, creyendo superior el tuyo, ni tu omnímodo poder es el precario mío; que andas con todas tus riquezas y lacayos minando voluntades que no debieras, hollando predios que no son tuyos, ni nunca lo fueron, y usando como propios los que prestados te fueron. Lleva mucho cuidado, te lo digo sin maldad, que el mundo hoy pone al revés lo que antaño derecho estuvo, y en la mezquina arena del desconsuelo lo que antes reinó en la torre de la insolencia. Mira Zaide que te aviso, no te pase igual y no tengas quien te mire a la cara, que no todos los tiempos fluyen dichosos, y frecuentes mañanas hay que jamás serán ayer.
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