Antes de nada, decir quisiera, que adicto soy a este mundo de espinas y rosas, de júbilos y penas, de arcanos y miserias, de congojas y risas, que en el alma llevo. Adicto a su presencia soy y enfermo de su ausencia. Antes de nada, Señor del Universo, decir quisiera, ahora que amanece y canta el día, que no quiero más mundo que el vano, roto, turbio, pero pleno en que nací, llore, reí, amé y viví; que aunque otros divinos haya que esperan, sin penas ni congojas, sin lágrimas ni engaños, ni quimeras, decirte quisiera, antes de nada, Señor del Universo, amo de todo, sustancia o verbo, espada o cielo, ternura o ira, antes de nada, oye, que si alguna vez se vuelve a iniciar el camino, a algún risco, a algún prado, a alguna yerba, quisiera que a esta mía de ahora fuera; aunque a veces no crezca, aunque a veces se añore porque nunca llega.
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