De un tiempo a esta parte, parece como si todos los inversores, toreros, árabes y demás fortunas, que han de emplear en algo suculento el capital que atesoran, se hubieran puesto de acuerdo para construir su proyecto inmobiliario en terrenos del Tajo. ¡La que le espera al pobre mío! Ya, ilegalmente, algunos asoman su fea cara por diversos sitios. Ahora, con papeles, (que eso de la protección oficial es un cuento chino), son varios los que se aprestan, más que amenazar, a aposentarse, en nada de días, en laderas, promontorios, valles, senderos de su suelo, donde sólo hubo paseantes o campesinos. Y tenemos un pálpito de los fuertes de que esto no ha hecho más que empezar.
Entre tanto desvalimiento que a él le toca, una noticia nos eleva un poquitín el ánimo; aunque sólo sea porque siempre hay quien comparte con nosotros un mínimo de esperanza y de rondeña razón de que lo que hay que hacer con nuestro pasmoso espacio es regenerarlo y no hacerlo añicos. Mi aplauso para los que llevan la delegación de medio ambiente municipal, por esa actuación que se anuncia para cubrir los molinos de las especies florales y arbóreas desaparecidas.
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