sábado, 26 de noviembre de 2011

HASTA SIEMPRE, ILUSTRE, ADMIRADO PACO

          La vida es terrible cuando no nos deja vivir, tanto como la muerte. La de Francisco Ruiz, nos dejó helado el corazón. Generoso lo tuvo él, como un hontanar, para los amigos, para la ciudad en que nació. Nos costará trabajo, mucho, pensar que un ventarrón de desgracias acabó con él. No, desde luego, con su memoria, la del hombre que enormemente contribuyó con sus escritos, con sus libros, con sus congresos sobre nuestra tierra, a elevar bastantes enteros la desventurada cultura local, la de nuestra historia, la de nuestra gente, la de su desvivir, la de las guerras y revoluciones emprendidas para parar el hambre. Lo mismo se desvivió él para que algo de lo que tanto sabía nos llegara, poco a poco. Mucho más nos dejó por contar. Infinidad de cosas. Quizás, puedas hacerlo en otro momento.  En alguna eternidad de rosas y risas, sin señuelos ni encrucijadas, con alígeras bicis y lisas montañas, puede que nos desveles en su integridad, escrita ahora sobre horizontes de luz y fuego, cómo fue la vida, que traías entre manos, para doctorarte, -puro papeleo ya que tu eras doctor en saberes- de ese otro rondeño, Ríos y Rosas. Hasta siempre, honrado, admirado, ilustre Paco. Ronda te llora

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