Bulle febrerillo con una cortedad que es solo aparente, pues da para mucho. Sus veintinueve días y la exclusividad de ser el único bisiesto le confiere un algo de exotismo del que carecen sus iguales. Con luna nueva, nada más a echar a andar se presenta; y es como si dijera: "Olviden todo lo pasado, que aquí llego yo, lleno de novedades y promesas, y como ya mi origen indica, con ánimo de purificarlo todo".
Por entusiasmo que no quede, pero tampoco vendría nada mal eso de echar una mano para regenerar nuestro país; gigantesca tarea, desde luego, cuando tan enlodado y podrido está. Ni que, ya puestos, pidiera prestado a su dios protector, a Neptuno, su tridente, y, a más de uno, a más de diez y a más de cien, clavara sus acerados y luengos dientes, por lo menos, en salva sea la parte.
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