miércoles, 26 de septiembre de 2012

LLUVIA REPARAD0RA




      Con el mal de sabor de los sucesos de Madrid, en un país cada día más crispado, nos acostamos. Muy de madrugada, como si no quisiera alarmar  nuestros sueños, tardos siempre en acudir,  alterándolos, ha llegado la lluvia. No era un agua tempestuosa, de esas que llevan consigo inundaciones y destrucciones, sino de las de antes, calmada, vigorosa, cumplidora con lo que se espera de ella. Apaciguado su sonido por la protección de cristales insonoros, lo que oíamos no era más que un eco de rumores que  nos acunaba, una melodía de las más dulces, algo ya casi olvidado,  ese chocar y deslizarse de las gotas por las hojas de los árboles cercanos, recorriéndolas, abriéndose camino sin demasiada prisa hacia su último y soñado destino: la tierra sedienta.


      Con gusto si no temiéramos quebrar el reposo de los demás, hubiéramos escuchado más de cerca, abriendo ventanas y balcones, ese runrún que ya echábamos de menos, que no sólo es una sinfonía más de la naturaleza, sino, también, bálsamo purificador de impurezas y una bendición su llegada. Que no haya continuado durante la mañana, no quita para que hasta el agua que despedían las numerosas losetas de las aceras, falta de sujeción y arreglo, al mojar inesperadamente nuestro calzados y bajos del pantalón, nos pareciera trozos de gloria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario