miércoles, 2 de mayo de 2012
PARA SUBIR AL CIELO
Si por algo se diferencia esta tarde de sus hermanas de otros días, es por las nubes, a las que la alocada y frenética actividad de un tiempo de mil caras, cambiante a cada rato, parece insuflarles una energía singular. Son bellas y son enormes, como si, como los neumáticos, recibieran aire de alguna parte que las hinchara y engrandecieran. Un blanco dibujo, de los muchos que traza en la atmósfera serena, suave, me llama la atención, formando una perfecta escalera, muy ancha, de palacio de monarcas o noble de alcurnia de los de antaño, que, partiendo de las montañas que desde la lejanía mitran al Tajo, da la impresión de alcanzar el cielo y penetrar en él.
Las recientes lluvias, no sólo han dejado una sensación de limpieza en el aire, sino asimismo, en el suelo, en la tierra, en el campo, plantas y flores que sin ser tan abundantes como otros años, cumplen con lo que se espera de ellas, adornar un poco, hermosear, alegrar la vista y de paso el espíritu, aunque nada más sea para olvidad otras penurias y desventuras a cuyo son viene moviéndose el mundo más cercano de nuestro país últimamente.
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