Más florido y hermoso que el del dicho, está resultando este mayo en su inicio, porque la mañana se presenta lluviosa, al igual que la pasada noche, y con signos de dejarnos durante el día agua si no abundante, al menos para paliar algo la carencia y la escasez que nos adeuda todo un invierno. Como este cambio de actividades y actitudes no siempre ocurren, bienvenido sea, aunque para disfrutar de la mañana, que también es primaveral en la suavidad de la atmósfera y en el olor de la flor de azahar que desprenden los naranjos, por citar algún perfume de la tierra, haya que echar mano de la redonda y oscura protección del familiar paraguas.
En días como el presente, que no nos pueda la molicie de sillones o de los programas televisivos, porque el espectáculo, la vida, el olor, el color, el sentimiento de estar vivo, de gozar del aire libre y de creernos un poco los reyes de un universo diminuto, como si acabara de surgir o renacer, está en la calle, a un paso, como casi siempre, aunque nos lo frustre a veces otras preocupaciones, otras ocupaciones más mundanas y triviales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario