La existencia individual de cada uno de nosotros, como la de la misma tierra que nos cobija, no cesa de girar para, en el caso de los humanos, volver a veces al punto de origen.
José Luis Nieto, ese serrano, portador de un arte que cada día asombra más, quiso darse un respiro en una gira artística que no conoce fronteras y abarrota escenarios y recalar con exactitud, sencillez y generosidad en el lugar en el que empezaron a gestarse sus virtudes de excepcional concertista de piano: en el Conservatorio de Música Ramón Corrales, de nuestra ciudad.
En una de sus acogedoras y luminosas aulas, acompañado de una audiencia de infantiles alumnos y de algunos profesores, que también fueron otrora los suyos, el tiempo, detenido, fue un espectador más, entre los muchos que acudieron a contemplar ese prodigio que son sus manos, sacando acordes insospechados a un instrumento musical totalmente sometido a la genialidad del artista.
De nuevo, nuestro aplauso a Isabel Martín, mentora y promotora del inefable acto; no uno cualquiera, desde luego.
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