Presumiendo de altanero, lleno de pujanza, y con la exuberancia de una juventud que a la vista queda, comienza su andadura este julio de denominación tan sonora y familiar que, en el calendario, en este terreno, no hay quien le eche el guante.
Pero no sólo por estas historias y por su relación con los célebres Césares romanos resalta este mes. Igualmente, por sus cielos inmaculados, sus imponentes ardores, en creciente marcha, cada año que pasa y sin ánimos ninguno de parada que, para eso, por medio andan las trapacerías y mal obrar de los humanos, influyendo nefastamente, hasta el hartazgo, en predios que siempre se consideraron celestiales, y por ello fuera de su alcance. Son los que gobiernan al mundo, los que hacen y deshacen, en esto y en casi todo. A los demás sólo nos queda mirar y preguntar cuál será la próxima irremediable catástrofe en la que nos metan.
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