domingo, 21 de junio de 2015

LO QUE NOS QUEDA DE LA ANTIGUA ADORACIÓN TRIBAL


     No con idolatría tribal, rodeado de enormes piedras megalíticas, como los primitivos, pero sí que influenciados por todas esas lecturas cultas que tienen su sede en internet, con un pelín de ansiedad esperábamos la llegada del día de hoy. Desde el amanecer, con el irisado rosicler e infinidad de nubecillas navegando entre fulgores, andábamos atisbando los cielos a ver si alguna señal sensacional, desusada, mostraba algo de esa actitud señorial del sol, aposentado en lo más encumbrado de su recorrido anual, avasallando un solsticio más.
     Nada nuevo, después, dentro de la maravilla que es la cotidiana marcha del universo. Muchas brumas que ocultaron al astro rey durante la mañana, para, con fuerza inaudita, proclamar éste, durante la tarde, que no se nos había extraviado; que seguía siendo dueño y señor del hemisferio norte y, a su tiempo debido, sin prisas, de cualquier otro. En fin que no sabemos que vaya a haber otra adoración tribal que no sea la de los multitud de jóvenes que, cada se semana, se aferran a lo que sea para mantener viva su adicción a vinos y adulterados licores.


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