miércoles, 3 de junio de 2015

CON ALAS PRESTADAS



      Con alas prestadas, según compromiso adquirido con antelación, al lado de dos centenares de compañeros, cruzamos los senderos de los cielos infinitos, dejando bajo nuestros pies a vaporosas nubes, níveas y flotantes alfombras. Lo bueno de dejarnos llevar de este modo, de viajar de esta manera, es que ningún esfuerzo por nuestra parte necesitamos para auparnos a tamaña altura, a no ser el que materialmente necesitamos, como en la bélica canción, prietas las filas, para superar la angostura a las que las compañías someten a nuestros asientos, por atrás y por delante. Son vuelos económicos, no hay que decirlo, y todo es escasez, estrechez y aprovechamiento al máximo del breve espacio, para meter dos donde sólo cabe uno. Pensando en estas mezquindades, más que en un posible accidente, pasan casi presurosas el par de horas que requiere el llegar y el suspirar aliviado, porque la tortura, por esta vez, ha finalizado.

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