lunes, 23 de febrero de 2015

UNA OLLA



     Hay peticiones que confunden. Esta mañana, animada por alguna circunstancial limosna, con la que la hemos favorecido en ocasiones, e, imagino, que por nuestro aspecto de no matar ni un insecto sino incluso de amamantarlo, una rumana, que justifica la falta de conocimiento de nuestro idioma y, a la vez, su necesidad de ayuda, con un acartonado mensaje de desequilibradas letras y grafía en el que asegura ser madre de cuatro hijos, se ha atrevido a elevar el listón de sus solicitudes, rogándonos le consigamos ¡una olla!, más bien grande, ya que la que usa para sus guisos se le ha quedado pequeña.
        Al menos, si es que se la compramos,(que me temo será lo que acabaremos haciendo Pilar, a la que, de mujer y mujer, con más insistencia se ha dirigido, y un servidor), una cierta seguridad tendremos de que es cierto cuando dice de ser la amante madre, y no de un crío sólo, ya que son varios a los que tiene que mantener; que lo logre, con olla grande o pequeña, en la que combinar sus alimentos, es otra cosa. ¿Para qué si no pedir un objeto como el mencionado? 

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