Sigue sin cambiar la vastedad de la tierra, y aunque no lo parezca las distancias siguen siendo las mismas, no la duración para recorrerlas. Eso creo se nota en el prurito que a sus habitantes les come por ver ciudades y rincones a los que antes costaba un mundo aproximarse. Es un ansia a la que creemos han contribuido paradójicamente los gobiernos con sus mensajes constantes de austeridad y crisis, de tal forma que,
Al menos, como esta mañana, con un sol meridional que casi quema, da gusto contemplar a estas hordas de visitantes, sonrientes y asombrados con las bellezas que nuestra ciudad les procura, sin pensar en otra cosa que en la delicia del momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario