jueves, 22 de enero de 2015
LA NIEVE EN LA MEMORIA
Algo olvidada tenía la nieve, que pocos inviernos, cuando estos eran lo que se esperaba de ellos, faltaba, alfombrando la ciudad con su capa de alabastro, luminosa e irreal. Que haya puesto su cana capa en las montañas que nos cercan y que hace un par de tardes cayera durante un prolongado rato, nos hizo revivir antiguos tiempos. Es la memoria, con frecuencia, voluble y caprichosa a la hora de rememorar tiempos vividos, de forma que cuando nosotros queremos ella no quiere o a la inversa; pero, mira por donde, que en ese período de tiempo en que la cortina que nos mandaba los cielos era alba, anduvimos con la mente, durante unos instantes, pisoteando nieve, dejando la huella de nuestros zapatos infantiles impresa en el suelo; alborozados corriendo, sin miedo a caer, incluso deseando fundirnos con la misma nieve donde reposaba; entonces sí que era blanco el rojo de los tejados, de los campos, como sábanas irregulares de un inmenso lecho sin durmientes.
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