Alguna vez, en algún momento, algún esclarecedor día, Zaide, habrá que olvidar lo que fuimos: poderosos o empobrecidos, exaltados o denostados, brisa o vendaval, agudo estilete o vana espada roma, necios o sabios, para aferrarnos a lo que ahora somos, ya que ni lamentos ni júbilos caben con lo que ya no son sino esparcidas cenizas de un recuerdo, por mucho que nos pese, añoremos o desdeñemos. Vale más un trozo de tangible vida ahora, que no cientos de horas de las de entonces.
Y mucho menos, desenterrando el pasado, recurramos a los muertos en nuestro provecho y estima ante los demás, ideando palabras que aquéllos nunca pronunciaron en vida, que seguro que muy otras fueron en caso de que mereciéramos su atención. Mezquindad es levantar falsedades cuando se apagaron las voces que pudieran acallarlas. Si inventas fábulas para calmar tu ansia de honores y nombradía, no mezcles en modo alguno a vivos ni a muertos en ellas, y procura que, para bien o para mal, aquéllas nazcan y terminen en tí. Ningún derecho te asiste a mezclar en tus falsedades a gente que, sabes, nunca te darían su consentimiento para formar parte de tan burdas historias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario