¡Oh gozoso mes! ¡Oh gloria de meses! Eres abril, sastre mayor del reino de reinos de la naturaleza, maestro de ceremonias en su momento más dulce, más prodigioso, ese incomparable al que sólo caben atribuir peregrinas frondas, blandos céfiros, tornasolados colores. Tú vistes a tus montaraces hijos, a los amenos prados, bosques, riberas, cuestas, laderas, collados, orillas o torrentes, por nombrar los más sonados, con galanos ropajes, de inaudito esplendor, de añorada textura, en una explosión cromática que es para relatar, porque aunque no sean cantores lo que le faltan a tan preciado tiempo, ensalzándolo lo honramos.
Y cuando las palabras, en inútil búsqueda de una loa medianamente nueva, se apagan exhaustas, sin conseguir su objetivo, no nos queda más a los torpes aprendices de ambulantes trovadores que pedir con todo fervor, a quien corresponda, que tampoco está uno muy seguro del destinatario, que la luz siga llegando, como hasta ahora, magnánima, generosa a nuestros ojos, sin que mucho se debilite, así como a nuestro paciente corazón el clarividente ánimo de admirar todo cuanto lo merece, que es infinito, para que ese derroche de venturosas escenas que propone el mes, posibilite, cuando haya transcurrido un año, disfrutar, una vez más, como lo que es, de algo irrepetible, grandioso, por poco caso que al milagro se le preste.
Y cuando las palabras, en inútil búsqueda de una loa medianamente nueva, se apagan exhaustas, sin conseguir su objetivo, no nos queda más a los torpes aprendices de ambulantes trovadores que pedir con todo fervor, a quien corresponda, que tampoco está uno muy seguro del destinatario, que la luz siga llegando, como hasta ahora, magnánima, generosa a nuestros ojos, sin que mucho se debilite, así como a nuestro paciente corazón el clarividente ánimo de admirar todo cuanto lo merece, que es infinito, para que ese derroche de venturosas escenas que propone el mes, posibilite, cuando haya transcurrido un año, disfrutar, una vez más, como lo que es, de algo irrepetible, grandioso, por poco caso que al milagro se le preste.
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