De paciencia y tino habrás de valerte, Zaide, para entender que, no sólo a tí, que a todos nos aturde y acongoja el paso del tiempo; que, por mucho que te agobie y pese, a su marcha implacable no la detiene, ni siquiera la apaciguan, nostalgias de un remoto ayer, ni menos el humano sueño de la perenne juventud. Te sentirás mejor, pensando que estás gozando una vida que no todos los que conociste han tenido tan prolongada como la tuya y que si hay días que con gusto anularías de tu memoria, los más, sin embargo, con creces vienen a compensar la desesperanza anterior. De lo bueno y de lo malo se nutre nuestra existencia, que eso diríamos que es, para mantenerte siempre alerta, siempre despierto: una sorprendente mezcolanza de pesares, deleites, y lágrimas; un puro azar en la mayoría de las ocasiones, que añade más que quita sabor y da algún sentido a una vida que muy cruel ha de ser como para que no valga la pena explorarla, saborearla en su agridulce sonata, hasta donde te dejen las fuerzas y tu sino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario