martes, 8 de abril de 2014

DAR Y RECIBIR




     Calamitosa, aciaga etapa la nuestra, la que con pena contemplamos. Onerosos transcurren los días, amilanados por el peso insoportable de penurias que a muchos zarandean y con saña a casi todos maltratan. Dos conceptos, dos acciones que en su aparente contradicción se dan la mano, como son las del dar y recibir, que siempre intentaron equilibrar la marcha de la humanidad sin conseguirlo, ocupan ahora más que nunca el vasto escenario del gran teatro del mundo. Quizás, Zaides, tú que una  vez, en tiempos tan precarios como los de ahora, pediste ambicioso a los cielos más de lo que falta te hacía para sacar adelante a tu casa y a los tuyos, y ellos se mostraron dadivosos contigo, si es que lo has olvidado, deberías recordar que para dar no tendrás que postrarte lloroso ante nadie, y que para el generoso, o el que acomete la senda de serlo, pocas satisfacciones existen en el mundo tan reparadoras del espíritu como la de tender el ánimo compasivo al que sin consuelo pide. Con certeza que a él le va la vida en hacerlo, y bueno sería que, si no tanto, a tí te fuera algo de la tuya en atenderlo.




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