Soñar con libros, trabajar con libros, ir minuto a minuto de manos de los libros, vivir de los libros. Una tarea ésta última, que se supone placentera como modo de ganarse la vida, es la que emprendieron un día Isa y José Manuel, un matrimonio amigo.
Una suma de adicciones entrañables, de pasiones sujetas a una idea fija, inmune a desánimos y contratiempos, intervienen en el nacimiento de un libro: la del escritor, más a la vista, y la del editor, que lo está menos, pero tan imprescindibles una como la otra.
Pasada una feraz década productiva desde el inicio de su aventura libresca, mis jóvenes amigos pueden presumir de haber salvado con pericia y muchos sacrificios los numerosos escollos a los que su nave editorial estuvo, y estará, expuesta. Nunca fue, y menos en los actuales, tan horrendos, en nuestro país, terrenos propicios para hollar, éstos en los que, huérfano, se mueve el mundo de la publicación de libros; tal vez sea ese uno de los motivos por el que se muestra fascinante en nuestros hogares, para los que los amamos, un paisaje con libros. No me cabe duda, que esa fascinación será mayor en casa de Isa y José Manuel, contemplando un centenar de obras, como hijos de un proyecto, no acabado por fortuna, que a no ser por su dedicación y cariño, no existirían, faltas de amparo y del aliento, que aquí, como en todo, mueven al mundo, en este caso, al de los libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario