Caía el sol a plomo en la tarde de un junio sumido en una quietud sin fronteras, con termómetros desbocados que hervían en las paredes. Olía a cambio de estación, aunque con tantas mudanzas del tiempo, se diría que éste ha perdido su antigua energía para dar el adiós definitivo a la primavera extraña que nos han mandado los cielos a este año.
Había otra despedida mas contundente, más real y emotiva, en la tarde bochornosa, sin vuelta atrás, no como suele hacer este año la atmósfera. Daban su adiós sentimental y material los alumnos mayores del conservatorio "Ramón Corrales"; era un adiós alborozado, muy alejado de ese matiz de tristeza que suelen tener todos, porque hicieran lo que hicieran en el futuro, fueran donde fueran, emprendieran lo que emprendieran, un cordón umbilical de por vida, que nacía en el plural hontanar de la música y se expandía por todo el período pasado en el Centro, los mantendría unidos ya para siempre a esa época, a esas aulas, a esos modélicos educadores.
Y aireaban su despedida de la mejor manera posible, con lo aprendido, pregonando a voces con sus inefables actuaciones, muchas y sorprendentes con unas habilidades inimaginables, a veces, para su edad adolescente, que la música había calado hondo en sus vidas, y también, para que ese grupo de profesores que por allí andaban, atentos, subiendo y bajando al escenario o sentados, pero con una permanente inquietud en sus rostros, se sintieran orgullosos de ellos.
Y lo proclamaron tan bien, con tantos instrumentos, tantas melifluas voces, tanto ir y venir de eternas notas al aire que nunca morían del todo, que, en determinados momentos, la música no sólo inundó a raudales las naves góticas y mudéjares del adormecido templo del convento, sino que sin parar fluía de sus sillares en mágica disputa con violines, guitarras, pianos o clarinetes: todo un logro.
Como igualmente hubo protagonismo para los peques, por allí andaba nuestra entrañable amiga Isabel, bajando y subiendo escaleras, poniendo orden en las infantiles tropas, alisando cabellos o colocando partituras mal enderezadas en manos de aquéllas. Un prodigio de imperecedera actividad musical y organizativa, aunque ella diga que le puede ya, que malo será cuando verdad sea.
Y nuestra crítica para esos estamentos del Gobierno que no distinguen en la calidad de los recortes, habiendo tanto dónde recortar, sumiendo a esta imprescindible predio de la cultura que es la música, en un mar de tristezas, despidos, penurias y esfuerzos, para pechar con lo que nunca deberían, que también en eso España es diferente.
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