Esperábamos confiados que este nuevo mes surgiera con nuevos modos y aparejos de cambios en su mochila de recién llegado, pero visto queda que ni el verano ni tampoco el rumbo del país están por ofrecer alteraciones significativas en un infausto panorama en el que parece que todo se derrumba.
Por eso Agosto ha seguido como su predecesor, con unos cielos insoportables por lo que despiden, que hasta los cielos están por el despido, aunque este sea de aires fogosos como los que nos acompañan.
Con todo, al menos de nombre, el mes juega con la mudanza, ya que con una pequeña alteración de vocales, suena totalmente distinto en su significado: "·Augusto", digno de veneración y respeto. Y con otra insignificante, se aferra a lo que le es más propio: "Agosta", que todo lo seca, hasta las ilusiones más arraigadas. Bendito sea, en cualquier forma, el mes, la hora y el día, porque aún estamos en este mundo, cualquiera que sea el rumbo que este tome.
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