Algo, para bien, está cambiando en la consideración que, hasta hace sólo unos años, suscitaba en nosotros el concepto de la Serranía; poco más que un conjunto de pequeños pueblos, de pésimos caminos, que, aunque cercanos, escasamente se visitaban. Nos llegan ahora con cierta frecuencia, en libros y otros tipos de publicaciones, testimonios autorizados de la riqueza natural que aquélla, en su biodiversidad, atesora. Todo lo que se edita va ampliando nuestro conocimiento de un mundo apenas conocido, y de justicia es agradecérselo a autores concretos a la vez que a grupos y asociaciones de estudiosos y apasionados de su tierra, empeñados en hacernos respirar un algo del hálito esplendoroso que desprende nuestra comarca.
Dentro de esa reciente explosión revitalizadora que, en cuanto a difusión de sus cualidades, vive la Serranía, nos sorprende agradablemente en estos días la primorosa salida de una colección de láminas comentadas que ha editado el Grupo Mandrágora, espléndidas en todos los sentidos si ya no lo fuera, sobre todo, el claro intento de que aves, árboles, flores, plantas, setas, insectos o refugios escondidos de todos, no pasen desapercibidos para los que menos sabemos de ellos. Son una delicia, demás, las explicaciones que sus autores (Chico Borrego, Antonio López, Manuel Melgar, Sergio Prats, o sus mayor animador, Gerardo Sierra) nos ofrecen con una llaneza y un sutil humor como ideal complemento de las magníficas fotografías. Esperamos, mientras disfrutamos con la actual, que la colección tenga una continuidad.
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