lunes, 28 de marzo de 2011

¿San Fernando de los Ríos?

     Se halla en estas fechas tempranas de su recien iniciado caminar,  la primavera hecha un mar de dudas, la pobre, recibiendo el influjo totalmente enfrentado de dos estaciones extremas entre las que transcurre su apresado curso: el invierno y el verano; uno resistiéndose con su cohorte de elementos inquietantes a irse y el otro asustando con aproximarse más de lo que debiera. Así anda la timorata de ella, soportando con espartano estoicismo, pese a todo, una dual acometida, como es la que arrastra  los primeros rigores de un calor que quiere ser de estío, para sacudirnos en otra con una espectacular bajada del termómetro. 
     Es un tiempo óptimo, sin embargo, para recorrer ligero de ropa los mil senderos de nuestra ciudad, incluso los que, sin abandonarla del todo, se alejan de ella, momentáneamente, para recuperarla a poco. Esos paseos tan saludables y reconfortantes, te deparan, de vez en vez, alguna sorpresa. A la que me refiero, y muestra la foto, ya ha dejado, de serlo, puesto que llevo varios meses contemplándola.
     Biografías admirables, a un lado, que ahí están al alcance de cualquiera que no tenga prejuicios ideológicos, un desconocido artesano, consciente o inconscientemente, ha elevado a nuestro paisano Fernando de los Ríos a los altares. Fuera despropósito o acto meditado, lo cierto es que uno se alegra del pasajero hecho, ya que no a todos los santos los recoge el santoral, e incluso, me atrevería a decir, hay otros que se han colado en él sin merecerlo. Permitimos los desmanes  con su  casa natal, que a nadie mordía, mientras que seguimos levantando estatuas a diestro y siniestro, y nunca a quien es ultraje no levantárselas. Por eso, auque sea de pacotilla, bienvenido sea, ese imprevisto "San Fernando de los Ríos", al particular santoral de muchos simpatizantes de su vida y obra,  entre los que me encuentro.


                                                                       

sábado, 26 de marzo de 2011

LA SERRANÍA Y SUS TESOROS NATURALES

   Algo, para bien,  está cambiando en la consideración que, hasta hace sólo unos años, suscitaba en nosotros el concepto de la Serranía; poco más que un conjunto de pequeños pueblos, de pésimos caminos, que, aunque cercanos, escasamente se visitaban. Nos llegan ahora con cierta frecuencia, en libros y otros tipos de publicaciones, testimonios autorizados de la riqueza natural que aquélla, en su biodiversidad, atesora. Todo lo que se edita va ampliando nuestro conocimiento de un mundo apenas conocido, y de justicia es agradecérselo a autores concretos a la vez que a grupos y asociaciones de estudiosos y apasionados de su tierra, empeñados en hacernos respirar un algo del hálito esplendoroso que desprende nuestra comarca.
    Dentro de esa reciente explosión revitalizadora que, en cuanto a difusión de sus cualidades, vive la Serranía, nos sorprende agradablemente en estos días la primorosa salida de una colección de láminas comentadas que ha editado el Grupo Mandrágora, espléndidas en todos los sentidos si ya no lo fuera, sobre todo, el claro intento de que aves, árboles, flores, plantas, setas, insectos o refugios escondidos de todos, no pasen desapercibidos para los que menos sabemos de ellos. Son una delicia, demás, las explicaciones que sus autores (Chico Borrego, Antonio López, Manuel Melgar, Sergio Prats, o sus mayor animador, Gerardo Sierra) nos ofrecen con una llaneza y un sutil humor como ideal complemento de las magníficas fotografías. Esperamos, mientras disfrutamos con la actual, que la colección tenga una continuidad.
                                                                          

miércoles, 23 de marzo de 2011

CAMINOS SIN CAMINANTES

     Desventurados los senderos que no esperan caminantes. Una situación anómala que hoy es común a una gran parte de los caminos públicos de la Serranía, antaños, como tales, llenos de animación, de muleros, viajeros y aldeanos que daban color, energía y sentido a un campo que necesita de voces, de risas, de cantos y pisadas para que no se quiebre el equilibrio que une los pueblos a la tierra.
     Un sistema natural que nadie discutía y que se vino abajo desde el momento en que, desde hace un tiempo, comenzó la compra de fincas por manos forasteras; inversiones fraudulentas muchas, que dieron a sus dueños, con manifiesta irresponsabilidad, no sabemos por qué, un añadido derecho a la vez que el de la propiedad: el de cercarlas, cerrando en la mayoría de los casos caminos de dominio público a sus verdaderos propietarios, que somos todos por natural herencia, que  no necesitaría de más leyes ni de regulaciones.
     Que se haya recuperado el camino que se extiende entre Benamahoma y Zahara, tras un largo paréntesis marcado por cancelas, candados, bardas y prohibiciones de paso, es una noticia de notable alcance, que ojalá sirva para derribar otros obstáculos materiales y formales que interfieren la entrada a muchos senderos, de bien común, de una zona de tanta majestuosidad y tan idílica, si nos dejan disfrutarla, como es la comprendida entre Ubrique y Grazalema, asombrosa con sus valles, cañadas y riscos, con radiación a otras poblaciones serranas.
    Amargo sabor deja, no obstante, que sean organismos públicos, tales como el ayuntamiento de Grazalema o la propia Junta de Andalucía, los más duros oponentes a la reapertura de éste y de otros antiguos caminos; y razón de más para que agrupaciones, que tanto han tenido que ver en el éxito del empeño, como Pasos Largos, y varias de Ecologistas, Montañeros o los naturales de la zona, se dispongan el próximo domingo a celebrarlo como lo que es: un triunfo de la sensatez y de la razón, sobre la malicia o la ignorancia, que éstas hasta en los sitios menos insospechados se ocultan. 

lunes, 21 de marzo de 2011

VIENTOS DE MUDANZA.

                                                                                             

    Es una mañana sin cordura, porque ésta anda un poco a la deriva a causa de un levante que pretende destrozar la calma casi veraniega, casi exultante, con que el tiempo nos venía obsequiando estos últimos días. Para que no nos quede duda de la fortaleza de sus azotes, una apretada cenefa de afanosas nubes, como un roscón desplomado sobre el paisaje, se aplasta descarada sobre las sierras, ocultando gran parte de ellas. Un avieso aviso, diríamos, de que estos vientos llegan para quedarse más de una jornada, bramar como histriones y contagiarnos de su insomnio y de su locura.
    Sin embargo, para los líricos, para los adictos a las fiestas paganas o para los que se someten a los dictados del calendario oficial, con todo el ritual que lleva éste aparejado, una celebración de las más sonadas se nos ha colado puertas adentro sin darnos cuenta: ¡Es primavera! La estación de tan zarandeado nombre y florales proclamas. Quizás sin estos endemoniados aires habríamos presentido algo de su llegada.
    Aunque no invite lo más mínimo el día, la fiesta obliga a cierto ancestral ceremonial. Para cumplirlo, nos hemos acercado con algo de premura a los límites de la ciudad a contemplar el placentero zafiro con que los campos festejan la húmeda y cotidiana visita de los pasados meses. Hay destellos que brincan en la tierra, como temprano rocío. El campo, nos cercioramos, ya no es lo que era y bardas y cercados lo convierten en impenetrables predios. La mudanza de los años, también la señalan diversas e inéditas situaciones, verbigracia, ladra un perro y le contesta un gallo; vuelve a ladrar y de nuevo responde el gallo, que, a falta de uno de su especie con el que probar su afilada voz y garganta, al menos, aunque de otra raza, ha encontrado un competidor tenaz en un can para cantar su insospechado aislamiento y soledad.
                                                                         
                                                                            

sábado, 19 de marzo de 2011

DE PROGRAMAS Y DERRUMBES ¿PARA CUÁNDO EL DEL TEATRO?

     Se nota que nos esperan elecciones a la vuelta de la esquina. Por si alguien estuviera aún ajeno a este hecho, los partidos, últimamente, con sus anunciados mítines y programas no cesan de recordárselo. Nada nuevo, ni nada que oponer a que dentro del juego democrático cada grupo trate de captar nuestra intención y nuestro posterior voto, después, para sus siglas. En la persecución de este fin, como paso y señuelo obligados andan en danza estos días los proyectos más variados, todos magníficos, para el futuro de la ciudad. Otra cosa será, a juzgar por lo que nos dicta la experiencia de muchos años, y perdonen que seamos tan escépticos, que tengamos la fortuna de verlos en pie, o que volvamos a tener noticias de ellos hasta que no se aproximen otros sufragios.
   En uno de esos proyectos, para nosotros sonados, no obstante, hallamos, por lo que de hacedero pueda tener, algo que no deja de sorprendernos. Nos referimos al derrumbe de la Casa de la Cultura, para levantar una nueva en los solares del Cuartel de la Concepción y dejar su espacio en la Alameda como antes. Al mismo tiempo se habla de "integrar en el paisaje" el Teatro.
    Nos gustaría que alguien, quizás más experto que nosotros, nos explicara, en primer lugar, cómo se puede integrar un reconocido adefesio, la famosa "fábrica de ladrillos", que es el Teatro,  antiestético vulnerador de jardines, paseos, plaza de toros y demás, en un conjunto en el que si de algo presume es de  desprender belleza por doquier. ¿Habrá vegetación suficiente en la región para enmascarar sus fealdad? ¿Por otro lado, si hay dinero para derribar la Casa de la Cultura, por qué no empezar con el Teatro y ubicarlo donde se quiere aquella? No sé que  salvoconducto de inmunidad tiene el Teatro  en cuestión, pero hay miedo evidente a desplazarlo,  aunque ya hubo promesas. Si tanto se le ama, sin embargo, si no derribo, propondríamos que, como los templos amenazados por presas y pantanos, ladrillo a ladrillo, se le trasladara a otro sitio; cuanto más lejos de esos monumentos para los  que pretendemos se le nombren  Patrimonio de la Humanidad, mejor.

jueves, 17 de marzo de 2011

BIENVENIDOS, AMIGOS.

                                                                                     
     Recién acabada la traducción al castellano de Sierras del Sur y entregada a la Editorial, a uno todavía, y creo que por mucho tiempo, le aletea muy dentro ese interminable canto de amor de su autor, Alastair Boyd, por estas tierras, que no otra cosa es su obra. Con esa gozosa melodía sonando airosamente muy a nuestra vera, nos acercamos deseosos  de contemplar la exposición de otro grupo de extranjeros, y la esperanzada ilusión de que esa música se prolongue más días, porque existe una relación y dependencia clara entre la actitud sentimental de los pioneros Alastair, Bomberg o Richmond y la de este puñado de seguidores en cuanto a elegir la región serrana no sólo como permanente refugio sino, asimismo, como fuente de inspiración o de gestación de sus creaciones artísticas.
     Ronda, como capital de una comarca admirada hoy en día, tanto tiene que agradecer a los viajeros de otras épocas, los que la sacaron del olvido y la auparon a la fama de los libros, que no me cabe duda ve con manifiesta alegría que el viaje de los que forman el Grupo N. I. E., el de David Seaton, Ida Idae, Jaime Boyd, Lies Wajer y Edda Maruzi, tenga, además de un montaraz destino como entonces el de sus compatriotas que le precedieron, una culminación en una residencia duradera. Nos atrevemos a asegurar, que ya es algo que se refleja en las logradas e innovadoras pinturas y fotografías de sus componentes, a los que de todo corazón, aunque un poco tarde, les deseamos, al igual que habrán hecho otros ya, la mejor de nuestras bienvenidas a su casa.

martes, 15 de marzo de 2011

SAN FRANCISCO, OTRO TEMPLO QUE SE NOS DERRUMBA.

                                                                                  
    Todavía a San Francisco, los viejos, y casi me atrevería a decir los jóvenes, lo seguimos llamando "el Barrio"; con escasa propiedad, desde luego, porque lo cierto es que ya hace años que perdió su exclusividad de barriada única y que otras varias han surgido en el horizonte urbano rondeño. Pero al mismo tiempo que perdía paulatinamente su condición privilegiada de hijo único, San Francisco hacía patente, también, una mudanza a la que tampoco escapaba, ganando largura y densidad sus calles y surgiendo algunas nuevas hasta duplicar o triplicar el número de viviendas y de residentes.
   Es algo que cuesta adivinar contemplando el conjunto desde la Puerta de Almocábar o desde la plaza, porque todo -salvo la destrucción manifiesta de Nuestra Señora de Gracia- está como hace años, con su aire pueblerino, sus piedras y enrejados cierros disputando al transeúnte el dominio de  las aceras. Una recreo para la vista.
   Para cerciorarnos de su expansión más reciente es necesario andar un buen trecho y acercarse al Convento de San Francisco. Lo que antes era un bastión solitario señalando los límites entre ciudad y campo, forma parte integrante hoy en día de la barriada y de su avance. No supone un grave problema para el Convento esta progresión que en cualquier caso se veía inevitable. Sí lo es las voces que nos alertan de que su iglesia, gótico-mudéjar, una desconocida para gran parte de los rondeños, ya destrozada en dos Guerras, la de los franceses y la nuestra Civil, ha perdido parte de su artesonado y en próximo envite perderá el resto y nos atrevemos a suponer que no será el único peligro que se cierne sobre ella. Lo triste del caso, es que no son patrones, al menos de palabra, los que le faltan al Convento: Obispado, Ayuntamiento y Unicaja. Otra cosa son valedores de hecho.

domingo, 13 de marzo de 2011

EL CARNAVAL DE LA VIDA

    Llueve con tozudo ahínco en este Domingo de Carnaval. Cielos cenicientos que sin  aparente esfuerzo, con monótona firmeza, humedecen empapándolos tejados y suelos. La calma es enorme, en una jornada preparada para que fuera el bullicio de las máscaras y el colorido de las murgas el que llenara nuestras calles. Mala fortuna para los ilusionados componentes de esos grupos que, al menos, como ocurría en mi juventud, no tendrán que hacer frente a una cuaresma en las que las restricciones eran tales que era complicado hasta respirar.
   Y en cualquier caso, a los demás, nos quedará el permanente carnaval de la vida, ese que ocupa todo el año y que dura lo que aquélla. Decía con su agudeza habitual Quevedo, que la hipocresía era la calle mayor del mundo, y que en ella todos teníamos algo: quien un cuartucho, quien una mansión, dependiendo del grado de su hipocresía.
    De engañosas actitudes y falsas máscaras cubrimos nuestra diaria convivencia. No hay que ser muy listos, pese a todo, para adivinar quien se las da de probo y es un redomado sinvergüenza; quien de santo, siendo un explotador; quien de magnánimo cuando es un solapado miserable o quien de generoso amigo cuando de buena gana te haría trizas si pudiera. ¿Qué careta será la que tenemos nosotros puesta, la que no vemos y ven con claridad los demás? La esperanza que no sea de las más mendaces es lo único que nos consuela. 

sábado, 12 de marzo de 2011

UN HUNDIDERO CERCENADO.

                                                                                    
    De múltiples cosas podríamos vanagloriarnos en Andalucía; casi en todas las magníficas habría que darle un plus de excelencia a la pródiga naturaleza que, como genial artífice, nos dejó obras impresionantes. Una de las más loadas, el prodigioso panorama del Sistema Hundidero Gato, con sus inefables escenarios, sus riscos, sus entradas y salidas o el sorprendente misterio que subyugó a más de un científico viajero del impetuoso caudal del río jugando al escondite con el paisaje de alpinas gargantas y subyugante esplendor.
   La Delegada de Medio Ambiente de Málaga, parece de una estulta tacada querer cercenar públicamente esa belleza y celebrar una mínima parte de ella proponiendo la Declaración de Monumento Nacional para la Cueva del Gato, la parte más visible del complejo, pero no la más espectacular y pintoresca. Una chapuza y un desafío a la naturaleza del monumento y, qué duda cabe, a los sufridos habitantes de la población de Montejaque, que, con toda razón, han puesto el grito en el cielo ante el desmán. ¡Vaya vista, conocimientos y propuesta la suya! Todavía más de lamentar procediendo de la misma Málaga, tan ajena e ignorante siempre con el sentir de nuestra Serranía y sus gentes.

jueves, 10 de marzo de 2011

ORIENTE NOS AVISA

       Es digno de estudio, el hecho de que como miembro de una Unión Europea que se preveía llena de posibilidades económicas para nuestras ciudades, lo que más nos ha llegado, con características casi de invasión en los últimos años, haya sido la implantación de comercios sin ningún marchamo de europeismo. Orientales y árabes, sí, en cambio, a raudales. Sin ánimos, ni conocimientos para hablar  de su influencia negativa o beneficiosa en el mercado interior, lo cierto es que también Ronda acoge una amplia red de tiendas de estas cualidades, de artículos a bajo precio, que exhiben sus carteles y apilados muestrarios por nuestras calles más céntricas.
      A la hora de las compras, la obligada convivencia entre culturas antagónicas, transcurre por precarios senderos, ciñéndose al conciso intercambio de unos cuantos monosílabos. Las expresiones con que los buenos de los chinos, por ejemplo, intentan  entenderse en nuestro idioma, son someras pero qué duda cabe que les cuesta un mundo. De las contadas palabras con que se defienden en español, además de los contundentes "sí" o "no", "al fondo", es la más socorrida, cuando inquirimos lo que deseamos encontrar. Un fondo, por otro lado, que tan hondo es que se diría que lo que no tiene es precisamente eso: fondo.
       Pero si no castellano, lo que aprenden con una rapidez digna de encomio es a penetrar con éxito en los sombríos senderos de la picaresca hispana. De ahí ese cartelito que advierte en uno de sus comercios más concurridos, en días lluviosos como los que nos sacuden estos días, de, a la salida, cuando has finalizado tus compras y pagado, no cambiar el paraguas que has dejado a la entrada, para no mojar el local, por uno siempre más nuevo o mejor que el tuyo. Todo un ejemplarizante tratado, en pocas palabras, de moral pública; y en un castellano que, pese a todo lo dicho, se entiende.
    
    
                                                              

martes, 8 de marzo de 2011

PACO MARÍN. SENDEROS DE LUZ

     Al igual que luminarias de infinitos brazos y actitudes, prendidas en la faz del suelo, los árboles constituyen uno de los rostros más amables de la naturaleza, además de unos perseverantes compañeros en nuestro peregrinar por el mundo. Parece, no obstante, condenado al olvido ese respeto ancestral que en todo momento tuvieron nuestros antepasados por el árbol, en el que hallaron sombra, fruto y, en el más pragmático de los casos, calor y materia propicia para que, sin daño, con su derribo no se quebrara la cadena  de la vida y siguiera transformándose en noble madera.
     Todos los días, algún bosque y su antiguedad centenaria es pasto de la destrucción más feroz cuando se tratar de edificar, sea  lo que sea, de utilidad o sin ella. También nuestra Serranía, que todavía puede enorgullecerse de preciados bosques de pinsapos, castañares o alcornoques, ha sufrido en sus carnes las talas con sañas, recientes, de encinares o quejigales, en un intento de liberar terrenos, a los que, paradójicamente lo que se hacía era encadenarlos.
     El sufrimiento y la agonía de los árboles solitarios, de ramas desnudas, cuarteando el paisaje austero, suplicantes, como extraviados de un añorado redil de formaciones más densas y florecientes, del que alguna vez fueron parte integral, lo viene mostrando con trazos geniales, la pluma, la voz, la paleta y, más que nada, el alma de Paco Marín, el artista arriateño, de ilusionadas y simbólicas alforjas a cuesta, llenas de esperanzas y desazones, como su  corazón de  viajero, temiendo lo peor de un futuro cada vez más incierto para nuestros valles y campos serranos. Consagrada su vida de profesor,  el conocimiento deslumbrante de unas tierras en permanente desamparo, y su sensibilidad de artista a propagar el amor por ellas y a denunciar los abusos y del desprecio constante en que la tienen unos pocos, los más poderosos, los de siempre, su bloc de soberbias estampas, inmortalizando  árboles o senderos de luz, como llama a este camino,  que debíera ser de redención, resume la entrega y el arte de una persona ejemplar, con la que todos, nos identíficamos un poco, aunque nunca lleguemos a expresarnos, al igual que él,  con tan luminosa, plástica y desgarrada protesta.