Metidos en fiestas, para que dual sea la celebración, muy callando, se nos ha echado encima la primavera, con un tiempo que le viene como anillo al dedo a su bien aireada fama: escasos tiritones, ni rastro de insolentes vientos, un agua mansa que moja, pero ni se distingue, de sutiles que son sus prietas hileras y un sol que no quiere perder oficio y se mezcla a ratos con la lluvia iluminándola Inmejorable el escenario, que a pedir de boca vendría si no fuera porque aprovechando estos días, más de uno y más de dos se desplazaron en busca de horizontes que no son los sólitos y en los que se ganan el penoso pan de cada jornada.¡Qué se le va hacer! Como en todo, como en la vida, unos ganan y otros pierden. Acertaron, los que metidos en sus cosas y en sus casas en estas decidieron permanecer; se vieron perjudicados no solo los que buscando mejores aires viajaron, sino igualmente los que algún interés pecuniario o anímico los movía del transcurrir de esta Semana Santa.
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