Zaide, no ambiciones demasías, ni neciamente pidas lo que, salvo imprevisibles milagros, tu existencia nunca se permitirá donarte. No clames, inconsciente, por vivir más vidas que las que tienes, que, si bien lo miras, hasta tres, en una, se te concedieron: infancia, juventud y madurez. En tomar lo mejor de lo que generosamente cada una te ofrece está la esencia de tu tranquilidad y el de hollar sin premuras el sendero que al portal de la humilde sabiduría conduce. Mírate y mira a tu alrededor y comprenderás que es un interminable milagro el amanecer y ocaso de cada día y, más aún, que tú puedas contemplarlos.
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