domingo, 26 de abril de 2015

VIEJOS REFRANES



     En contradicción con viejos refranes que aprendimos de memoria de niño, de tanto oírlos de boca de nuestros mayores, abril no ha sido relevante en aguas de los cielos, bien escasas este año, por eso,  aunque no se trata de un diluvio que pueda atemorizarnos o cuando menos empaparnos, tiene algo de novedad la que plácida, con desgana, casi para que no se diga,  mansamente se precipita esta mañana. Otra virtud arrastra esta agua abrileña, la de venir cargada de perfumes, los mismos que desprenden a centenares ese floral clamor presente en cualquier pedazo de tierra, aun en tejados, y en rocas, como un milagro, porque racionalmente nadie diría que pudieran crecer allí. La lluvia ha dado al traste con el deseo de muchos de apuntarse a un paseo matinal. En las calles vacías, hay numerosos pétalos de azahar que no pudieran aguantar su estabilidad en los árboles, volando como
primaverales copos. Para ser mediodía, casi impresiona el silencio que se diría se afana en lo mismo que nosotros: mirar llover y ningún otro propósito.

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