Cielos con libros, Zaide, como quería Borges, sería excesivo pedir que existieran; unos y otros aglomerados, con su toque de divinidad y misterio, y seducción sin límites, y allí aposentarnos en una supuesta existencia sobrenatural. Más humildes somos en nuestras invocaciones. Nos conformaríamos, con que estos cielos mundanos que para nosotros son los libros, no nos faltaran nunca en nuestro azaroso peregrinar; que más vida, sabiduría, calor y esperanza dan a veces que la misma vida, un mar de miserias y pesares, las más, ésta.
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