Muy equivocado estás, Zaide, si piensas que la ignorancia sólo se cobija y tiene su reino en los iletrados del pueblo, en aquellos que, en la mayoría de las ocasiones, por razones de dinero no pudieron tener acceso a una educación civilizadora; mas no son de estos de los que podamos quejarnos, porque muy poca o ninguna culpa les cabe en su falta de conocimientos; sino de los que pretendiendo tenerlos en abundancia tan ignorantes son como aquéllos. Busca en diarios de grandes tiradas, en universidades, en puestos claves del gobierno, en instituciones públicas, ayuntamientos, diputaciones, secretarías y ministerios, que los hallarás a cientos. Más lamentable es, cuanto que la falsa luz que transmiten, bajo su capa de letrados, propaga a otros estultas doctrinas y espúreas enseñanzas, multiplicando el número de ignorantes cada día en una sucesión que nunca acaba. No alardee, pese a todo, tú de tus conocimientos, aunque te costaran lo que no está escrito adquirirlos; muéstralos, admitiendo que nadie está en posesión de todos, si alguien con buen fin o deseos de aprender te los pidiera; pero dalos con humildad y no con arrogancia, que es un ejercicio que te dignifica a tí y a la propagación del conocimiento, y bien harás, además, poniendo en el camino de la verdad, antes que a nadie, a los tuyos, lo que además te ayudará a recordar, como lección para tu vanidad, que es en la ignorancia donde comienza toda sabiduría, pequeña o grande.
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