domingo, 21 de julio de 2013

UNA PERFECCION ALTERADA




     P. es la perfección en persona, sin que los años o la obligada inactividad laboral hayan restado un ápice a su entusiasmo para que cada cosa, cada objeto en el hogar encuentre su sitio adecuado, y no otro, sin desviarse ni un milímetro de donde cree es su lugar natural, Un rimero de libros, por esa razón perfeccionista, nunca serán varios volúmenes apilados a la buena de Dios, sino uno solo que abarca a todos sin notarse, una unidad sin fisuras.
     En sus armarios y roperos, lleva desde siempre instalada la simetría más absoluta para que cajones, perchas, o espacios inadvertidos e insólitos, acojan con impoluta horizontalidad en unas o verticalidad en otras, lo que es un ejercicio magistral de sutil y alada disposición de prendas de vestir, atadas sin cadenas ni lazos, para que, sesgadas o inmaculadamente dobladas, floten o se adecuen a una superficie que es la justa, mostrando un orden casi férreo, militar, que se nos niega, desde luego, al resto de los componentes del hogar.
      Su exigencia, sin embargo, desde hace unas semanas ha sufrido un revés de imprevisibles consecuencias, si tenemos en cuenta que para seguir organizando ese estudiado desfile de ordenado tacto, sólo dispone de una mano, ya que la otra la amordaza una escayola de considerables dimensiones y volumen. Un drama personal, vamos, no por el daño en su miembro, que eso es lo de menos, sino por lo que no puede ejecutar con ella: miles de cosas a cada instante.

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