Volubles somos por condición y nacimiento, y si no hace mucho penábamos porque huyera el tiempo esquivo de agua y cielos encapotados que nos envolvía agobiándonos, y por una brizna de sol, con descaro inimaginable, a no mucho tardar, oraremos a lágrima tendida para que los rayos de ese astro, fuente de vida, se aleje un tanto de nosotros.
La realidad es que hoy estrena reinado julio, y nunca mejor empleada la frase, ya que mucho debe su nombre a monarcas, y a no uno a cualquiera, como suelen ser los de la moderna era, sino a los de cuño clásico, que lo mismo ceñían la espada para defender posesiones y más que nada a sus vasallos, que la pluma para narrar con estilizada prosa la marcha de los días y de los acontecimientos que lo marcaban. Que el nombre de aquel César quedara en el calendario, signo es de que no todo acaba con la muerte, ya que, aunque no siempre, un atisbo de la persona, de lo que fue, se incrusta en algo con afán de perdurar: en un libro, en una estatua, en una calle, o, como en este caso, en un reloj del paso del tiempo, para contarnos de un tránsito por la vida, de un paso por ella que no pasó del todo.
Tiene buenas trazas este blog de bien ensambladas estampas y palabras, paisajes y figuras, magias y hermetismos… He leído una docena de entradas, las últimas, y me he entretenido en disfrutar de las imágenes. Seguiré la senda, amigo Antonio, sin perderte la pista…
ResponderEliminarJesús Majada