Muy avanzado su curso, casi besando su término, este bonachón enero, tras mucho hacerse rogar, ha querido recurrir a sus antiguas armas, algo herrumbrosas últimamente, dar un salto imprevisto y dorar con una mano de pintura a las montañas a la vista. Lucen éstas como debieran, por las fechas en que nos hallamos. Y si alguien se sorprende, no es por ese razonable retazo de blanco, que a duras penas se sostiene sobre cumbres y altozanos, su estable refugio de otros años, sino por la aviesa brusquedad con que la voluble atmósfera, de palabra sólo invernal, brinca de un lado a otro de su escala. Bueno es, por demás, que esta rebaja del tiempo, supere a cualquier otra de las que vocean a miles los escaparates de los comercios, y que no nos cueste dinero alguno. No lo diremos muy alto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario