Para los que nos quejábamos del calor, que nos pesaba ya a algunos como una losa, no pueden ser más que bienvenidas esas nubes incipientes oblongas y desmañadas, pocas, pero tenaces, a las que hay que ver en su intento de tapar aunque sólo sea por unos instantes al astro rey, dueño de los cielos durante un inacabable verano.
Y es que mañana es otoño, y por lo que parece, por esas brisas que se han vestido por fin de un cariz casi invernal, casi primaveral, diríamos que, por una vez, calendario y estación se han puesto de acuerdo para coincidir y no ir cada uno por su lado. En el santoral, mañana nos protege Santa Tecla; no sé si con un poquito de sarcasmo, ya que todos andamos, con estos tiempos tan complicados, pensando cuál es la tecla que vamos a tocar un día y otro, para no despeñarnos en el vacío más estremecedor. Buena entrada del otoño a todos, dentro de lo que cabe, desde luego.
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