jueves, 14 de abril de 2011

LA CASA DEL REY MORO

                                                                                

          Con toda la cautela del mundo, la que nos obliga la cercanía de las elecciones municipales, recogemos de la prensa provincial la noticia de que Ayuntamiento y sociedad propietaria de la Casa del Rey Moro, han llegado a un acuerdo para restaurar la vivienda. El edificio, que si no es de origen árabe, alberga orgulloso al monumento de La Mina, de esa procedencia, de histórico e incuestionable valor histórico y estético, al igual que a los hermosos jardines diseñados por el afamado Forestier, es sabido  que es una pura ruina en la actualidad, como ya desde hace no sé qué tiempo, proclama a voces su indigno aspecto exterior.
          Así visto, la decisión de la sociedad alemana dueña de la vivienda de invertir dos millones y medio de euros para rehabilitarla parece una excelente noticia, para una Casa que, cualquiera que sea su antiguedad, que ya la tiene, y su origen, es de familiar presencia y de singular arquitectura entre las que se asoman a nuestro universal precipicio.
          Otra cosa, si de hecho se aprueba y lleva a cabo la importante inversión, es ver qué coste urbanístico habría qué pagar por la realidad el proyecto; qué pérdidas y qué cambios de fisonomía, por nadie deseables,  que nace ya con la amenaza de mudar un conjunto que lleva siglos inalterable,  brindando continuo gozo a rondeños y extraños. Y no hablemos ya si la obra toca, como se dijo en un principio, cuando cambió de manos la propiedad, a la integridad del paso del río. 

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