miércoles, 25 de noviembre de 2015

A ADECENTAR NUESTRAS CUEVAS NOS MANDA EL TIEMPO


      Por este tiempo, mes más, mes menos, debían andar nuestros primitivos ascendientes en el árbol de la evolución, los neardentales, recogiendo sus útiles de caza, con los que, al pie de frondosos árboles o en la ribera de los ríos, dormían, y sus cuatro pertenencias más, para dirigirse a adecentar sus cuevas, disputarse espacios vitales, dentro de ellas y disponerse a combatir la dureza del invierno que, a grandes zancadas, amenazaba en el horizonte, trocando dulces brisas marinas en montaraces ráfagas de penetrante viento.
       En esencia, en este aspecto, no mucho ha cambiado: son otros los modos de vida y ropajes, pero a resguardarnos en gran medida toca igualmente ahora; a sacar mantas, abrigos, braseros e ingenios de calor; a dedicarle más horas a nuestras moradas, algo abandonadas con el buen clima. En realidad, con otras leyes y más espacio, (tanto que a veces nos sobra gran parte de él) a meternos en nuestras particulares cuevas, una para cada familia, que en eso sí que, en general, hemos ganado.


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