Pies en polvorosa pone hoy el mes, que fue pródigo en soles y avaro en verter aguas. Aquellos fríos de antaño, a veces, se combatían comprando castañas asadas, en los numerosos puestos de mínimo aparejo y utensilios que las ofrecían, con las que levantábamos el ánimo de nuestras ateridas manos y estómago; otras, aguantándonos, que más acostumbrados que ahora estábamos a sufrir lo que nos viniera, pero todo eso es cosa del pasado.
Que estas mudanzas actuales de la atmósfera, tan reales y drásticas, tengan un fondo catastrófico, es ya otra historia, de las de preocupar, ya que nos advierten los expertos que no son de fiar, aunque nosotros, tan ignorantes, agradezcamos esa templanza de la naturaleza. De cualquier forma, escrito está que el hombre, mayor depredador del planeta, desde hace años, tiene en mente destruir este, y mucho nos tememos que no valdrán cumbres de gobernantes y prebostes, entre otras cosas porque son ellos a los que les importa un bledo lo que a nuestro mundo pueda ocurrirle.