Han vuelto los días grises, porque todo retorna en la naturaleza salvo nosotros, los días grises sin paliativos, esos en los que se diría no hubiera más universos, ni más cielos, ya que desaparecidos, es como si no hubieran existido nunca. Hay a quienes esta atmósfera les resulta altamente opresiva, tal como si se fueran estrechando y menguando los límites en los que nos desenvolvemos, provocándoles nerviosas alteraciones.
Como somos tan complejos y diversos los humanos, ninguno (no hace falta recordarlo), exactamente igual a otro, a mi estos días me obsesionan para bien; me seducen y aquietan el ánimo, siempre necesitado de adicionales dosis de ayuda para mantenerlo en óptimas condiciones. Flota por doquier una irrealidad que hace más palpable la belleza de la que nunca carece nuestro entorno. A ese sueño contribuyen las montañas, que han dejado a un lado su habitual consistencia para tornarse
No hay comentarios:
Publicar un comentario