Cerrazón sobre cerrazón es, Zaide, no darse cuenta nuestros gobernantes en el mundo de molicie, suntuosidad y otros muchos males en que viven, sin pensar más que en ellos, en sus hoteles y restaurantes de muchas estrellas, sus selectivos transportes, y no en la verdadera finalidad para la que fueron elegidos, pregonando un bienestar general que no existe y que son ellos los únicos en participar de su disfrute.
Te aconsejo, Zaide, que si llegaras a medrar en la jungla de la política y a gozar de las mieles de un cargo notable en ella, para mirar bien dónde te hallas tú y dónde se hallan los más necesitados, imites alguna vez a antiguos monarcas y sultanes, que acostumbraban por unos días a disfrazarse de mendigos y llevar su vida como uno más, para tomar el pulso a una parte de la población a la que recorrían viendo sus miserias y la forma de remediarla, sin que nadie los engañara. Si de la cumbre de su altanería y de su ineptitud, nuestros líderes, por llamarlos de algún modo, en ocasiones descendieran, más sensatamente se conducirían y ciertamente menos penas que llorar habría.
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