sábado, 26 de septiembre de 2015

UN ROTO SEPTIEMBRE INMERSO EN AURAS OTOÑALES



      Sin más, ley de vida, márchase Septiembre roto, como todo cuando acaba, y con él un inaudito verano de extraños rigores, sin gustosos sabores, porque no los hay, ni siquiera desabridos,  donde existe manifiesta calamidad aunque sea atmosférica esta, y lo cierto es que fue plano su transcurrir, de suyo,  como el electro de un corazón sin aliento ya. Hay recuerdos que son maldiciones, castigos, y lo será el de una estación que a nadie conmovió, que a nadie hizo gozar, a no ser que en todo padecer haya gotas de un oculto placer, de masoquismo insensato y desquiciado, que incontable son las almas e incontables sus arcanos y lo que anhelan.
       Habrá que abrir nuestros agotados espíritus al otoño y al milagro constante de sus luces, nubes y emociones, porque sí que esta estación, tan cambiante, tan multiforme, tan amable, las tiene, y pasear sin tino por alfombrados campos,  por umbrosas avenidas, absorbiendo sus irisados días, sus plácidas horas, como si fueran las postreras, que así más seremos nosotros y más fraterna y desprendida nuestra madre naturaleza.

viernes, 25 de septiembre de 2015

SI A MEDRAR LLEGAS, ZAIDE.



     Cerrazón sobre cerrazón es, Zaide,  no darse cuenta nuestros gobernantes en el mundo de molicie, suntuosidad y otros muchos males en que viven, sin pensar más que en ellos, en sus hoteles y restaurantes de muchas estrellas, sus selectivos transportes, y no en la verdadera finalidad para la que fueron elegidos, pregonando un bienestar general que no existe y que son ellos los únicos en participar de su disfrute. 
      Te aconsejo, Zaide, que si llegaras a medrar en la jungla de la política y a gozar de las mieles de un cargo notable en ella, para mirar bien dónde te hallas tú y dónde se hallan los más necesitados, imites alguna vez a antiguos monarcas y sultanes, que acostumbraban por unos días a disfrazarse de mendigos y llevar su vida como uno más, para tomar el pulso a una parte de la población a la que recorrían viendo sus miserias y la forma de remediarla, sin que nadie los engañara. Si de la cumbre de su altanería y de su ineptitud, nuestros líderes, por llamarlos de algún modo, en ocasiones descendieran, más sensatamente se conducirían y ciertamente menos penas que llorar habría.


jueves, 24 de septiembre de 2015

ACTOS HEROICOS PARA UN TIEMPO PEREZOSO



      Indecisos, perezosos, sedentarios y con escasas ganas de apresurarse y emprender su marcha hacia otros horizontes, ruedan, sin rodar y con poco fuelle, estos días de transición entre estaciones y solsticios, que amagan y no dan nunca; pero sí que influyen estampando su esencia voluble en una atmósfera que es de mudanza y no lo es; que no es veraniega ni es otoñal, evanescente a ratos, y que, como es de rigor, deja su pronta huella en nuestras mentes y cabezas, atolodrándolas, y haciendo un acto heroico todo intento de pensar, de hacer algo de provecho, que, como en otras ocasiones, nos llene de un orgullo muy necio, muy infantil, que a nadie importa sino a nosotros: para qué más en realidad, si así se mueve el mundo y otra cosa es engañarnos.

lunes, 21 de septiembre de 2015

POBRETERÍA QUE NO ES DOMÉSTICA



      El tiempo apacible, el que no hiere porque no es riguroso, como el que gozamos ahora, no solo atrae a nuestro suelo a un número abrumador de forasteros con ánimo de ver nuevas cosas y costumbres, sino también a una pobretería que no es doméstica.
      ¡Curiosa mendicidad la que practican! Casi similar, en su terreno, a la que practican los feriantes, con sus bártulos, puestos y cacharros de festejo en festejo, de pueblo en pueblo, buscando en qué ciudad, en qué lugar le será más provechoso extender su abierta mano, lanzar al aire su salmodia de penas, desmenuzar de pie, de rodillas o tumbado, su historia de miserias, verdadera o inventada.
        A estos que postulan una dádiva de forma tan nómada, tal como los gitanos de antaño, los imagina uno en autobuses baratos, porque los trenes ya dejaron de serlo, o en cuartos de pensiones familiares, echando sus cuentas, comiéndose el coco, consultando guías provinciales y estudiando como diestros antropólogos, la vida de las ciudades, en determinados días, en determinados períodos, meses o estaciones, inquiriéndose en cuál de ellas encajará mejor su vacía lata de conservas o de refresco para que, medianamente se llene.

sábado, 19 de septiembre de 2015

EL MUNDO SE HA ECHADO A LA CALLE


      La sensación, contemplando la vastedad de los visitantes, las razas y las lenguas extrañas que se oyen por doquier en nuestra ciudad, es que el mundo entero se ha echado a la calle, harto de crisis y de que continuamente le hablen de ella. Y aun sufriendo en sus carnes las heridas de ese fatídico estancamiento de la economía, han determinado, todos los habitantes al unísono, que, para no pensar en las privaciones, que son el cotidiano pan de cada día, de cada hora, de cada instante, lo más sensato y reconfortante es abandonar por un tiempo  el hogar,  igualmente al acusado pesimismo de televisores, prensa y radio, fatales emisarios del universal estrago, y darse un baldeo por las infinitas tierras que conforman nuestro planeta, más que nada para comprobar que en todas partes cuecen habas y así olvidar aliviados las propias miserias.
      No descartamos tampoco, para justificar las riadas de foráneos que nos visitan, que a nuestra ciudad la quieran conocer hasta los gatos; si es que alguno de estos todavía no la conocen, para comprobar, sin que otros se lo cuenten, si es verdad lo que no le dejan de repetir, de sus encantos y de sus despeñaderos sin fondo, sus montañas diamantinas y demás. Porque sólo así se explica la presencia del ciento y la madre de naciones y lenguas, mirándolo todo, que eso no cuesta dinero, porque si con la mirada se comprara, en pocas horas se vaciarían las existencias de todos los establecimiento. ¿O es que ustedes han visto, por casualidad, alguna vez, a nuestros más obcecados y fieles visitantes, los japoneses, en los ya luengos años que llevan viniendo, a uno solo comprar algo,

 aunque se tratara de una menudencia de nada?


          



lunes, 14 de septiembre de 2015

TODO RETORNA.



      Han vuelto los días grises, porque todo retorna en la naturaleza salvo nosotros, los días grises sin paliativos, esos en los que se diría no hubiera más universos, ni más cielos, ya que desaparecidos, es como si no hubieran existido nunca. Hay a quienes esta atmósfera les resulta altamente opresiva, tal como si se fueran estrechando y menguando los límites en los que nos desenvolvemos, provocándoles  nerviosas alteraciones.
      Como somos tan complejos y diversos los humanos, ninguno (no hace falta recordarlo), exactamente igual a otro, a mi estos días me obsesionan para bien; me seducen y aquietan el ánimo, siempre necesitado de adicionales dosis de ayuda para mantenerlo en óptimas condiciones. Flota por doquier una irrealidad que hace más palpable la belleza de la que nunca carece nuestro entorno. A ese sueño contribuyen las montañas, que han dejado a un lado su habitual consistencia para tornarse 


delicadas, sutiles, casi inaprensibles formas, por las que merodea en ocasiones apagadas luces que lamiendo sus cumbres las cubre de espolvoreada azúcar. Más cerca, en cambio, por donde andamos,  sí que ganan en viveza los árboles, talludos los más, mostrando el grosor de sus moteadas cortezas y el verde fuerte de la frondosidad de sus ramas. Más pura y con más vida, también, parecen los chorros de agua que borbotea sin parar una fuente. Es como si cada objeto, cada recodo, cada planta, sin renunciar a ese sueño a que le somete las nubes, el plomizo ambiente, mostrara todos sus encantos, lo mejor de ellos mismos.

jueves, 10 de septiembre de 2015

ESA FAMA, QUE NO ES SINO NECEDAD


      La fama, Zaide, en un tiempo no tan añejo que no pueda sin esfuerzo traerse a nuestra memoria, abría las puertas de su reino en contadas ocasiones: únicamente, cuando se trataba de acoger en su inmortal claustro a inventores, literatos, héroes, santos, a sabios, a hombres siempre de probado ingenio, sabiduría, humanidad  o de excepcionales merecimientos, que nadie osaba discutir.
         Por tan misérrimos y estériles senderos camina hoy la fama arrastrada por sus pedestres adeptos, que cualquier chalán, cualquier zafio, cualquier ignorante, cualquier vividor, cualquier zampabollos de feria, cualquiera que se cree notable por ser hijo de los considerados artistas, aunque nunca participaron de sus dones, es bueno para que su nombre y figura ocupe la atención y las páginas de las revistas, de la radio, de la televisión, y para que una multitud de seguidores, como si de doctos enviados de los dioses fueran, vivan pendientes de ellos, sin sueño, embobados con sus idioteces, con lo que comen, a dónde van, a quiénes, partícipes de su misma necedad, pretenden como pasajeras conquistas. 
        Bien haremos, Zaide, como hasta ahora, en huir de ellos y de sus vanas redes como de la peste y buscar otros mesías más verdaderos, otras distracciones de más enjundia, que entreteniendo, sin ir más lejos, aporten alimento a nuestro espíritu, que sí que las hay.

lunes, 7 de septiembre de 2015

PRIMERAS LAGRIMAS DE LOS CIELOS


     No nos resistimos a la tentación de trazar unas líneas dedicadas a un suceso tan natural, tan habitual (o lo debiera) como es la llegada de las primeras aguas. Y es que, dada la desgana de estas por visitarnos, al menos parte de la primavera y de un interminable verano, ver llover durante un par de horas, no deja de ser un acontecimiento, que, además, no si cada vez más vamos a tener que festejar como tal.
     Aparte del fenómeno meteorológico en sí, fue de admirar esta mañana, "in itinere", como quien dice, cómo se hacían anunciar dibujando en nuestros encumbrados cielos un poema de visual lirismo para quien lo quisiera contemplar. Unas nubes tan empinadas y blancas, tan sugestivas, que daban ganar de que nos las envolvieran para llevarlas a casa y enmarcarlas, merodeaban por nuestro abismo como insólito dosel. A poco, mudaban de forma para, en ceñido y vistoso alarde, rodear su albor a montañas, casas y campos. Cuando horas mas tarde volví verlas, desprovistas ya de su inmaculada blancura de antes, eran parte ya de unos cielos encapotados, negros y densos, que no tardaron,  tras algunos rugidos, en bendecirnos, misericordiosos, con unas lágrimas que no eran de pena, sino 


sino puramente benefactoras.

domingo, 6 de septiembre de 2015

EL JAZMÍN DEL BALCÓN, EN UN VERANO QUE AGONIZA



     Al espigado y barrigudo jazmín que se adentra por los hierros de mi balcón, este vientecillo que corre de delicioso frescor, que sopla y no sopla, parece, cuando lo hace, poner de hinojos todas sus ramas, que se cimbrean como movidas por algo más poderoso que unas simples auras de nada, que no son ni poniente ni levante aún, sino meros aprendices de ellos, sin sus ardides ni potencia. Es cuestión, como todo, de voluntad; y, como a tenor de su insistencia para arrancar inermes florecitas de su verde hogar,  a las que columpia hasta dar con ellas en el suelo en singular nevada, este viento aniñado no es de los que desesperan y cabeza gacha renuncian, cuando arremetan en el vecino otoño, algo que ya predica a voces el brumoso horizonte de hoy, habrán aprendido su oficio y fortalecido su garganta tronadora, tal el mismo Eolo, y será cosa de ver, de respetar e incluso de temer.
       Mientras, bien disciplinado, se entrena y entrena sin perder la fe de ser alguien en algún momento,  sometiendo al risueño y  paciente jazmín a un empuje, a un acoso, a un sin vivir, que no es nada de eso, sino celestial caricia de un verano que agoniza.


sábado, 5 de septiembre de 2015

INFINITAS SON LAS COSAS


     Parvo, irrelevante, Zaide,  es el número de las cosas que sabemos, de las que con algún sentido  y conocimiento podemos discutir.  Estarás de acuerdo conmigo,  también, en que infinitas son las que ignoramos. Cuando toca hablar de una de estas, de la que todo lo desconocemos, cuánto mejor haríamos en callar que no en dar una opinión en la que quede al descubierto nuestra estulticia y nuestra osadía, por aparentar lo que no somos ni pretender entender de lo que no sabemos.  
     Más a las claras quedará nuestra temeridad y petulancia, hablando que cerrando la boca. y más sensatez y sabiduría demostraremos si de lo que nada sabemos, ponemos gran empeño en conocer más; nunca es bueno por arrogancia, sino porque hay una escondida felicidad en descubrir el origen y funcionamiento de lo que nos rodea, aunque sólo lleguemos al umbral de ellas.


jueves, 3 de septiembre de 2015

UN TENUE TEMOR



     Nada más conveniente para recomponer la perdida y ansiada rutina, y con ella la estabilidad de ánimo, que vino a hacer añicos con su fiereza el verano, que estos amables días de un incipiente septiembre, en los que una esperanzadora calma anda instalada de nuevo en la atmósfera, y, con ella, la materialidad de una ciudad más reconocible en sus virtudes, como es la nuestra; más conforme con lo que esperamos de ella los de nuestro carácter. Nada tampoco, que su generosidad y natural belleza no pueda darnos.
       Como niños con zapatos nuevos, a su encuentro vamos, roto ese tenue temor que, estando fuera, nos comía de que algo, una enfermedad, un imprevisto accidente, nos pudiera privar de esa delicada emoción que para nosotros supone ser acogido, una vez más, dentro de sus muros y a la vecindad montaraz de sus campos; de jugar a perdernos sin salir de su urbanismo por donde no otro ruido llega que no sea el hondo silencio de la historia. No es difícil ni azaroso ser parte integral del alma de una ciudad como la nuestra: nada más que sentimiento se necesita.

martes, 1 de septiembre de 2015

DULCE Y UFANO SEPTIEMBRE



     No oculta septiembre cuál es su origen y lugar en el calendario, sino que, muy ufano, a gritos descomunales lo proclama; puede que, porque ese siete de irascibles consonantes, a lo germánico, un si es no es tintado de cabalísticos sones, le viene como anillo al dedo de su nombre.
     No obstante, lo que no es un secreto para nadie, es la prodigiosa y magna actividad a la que, ya sea por fas, ora por nefas, se entrega este mes durante su clamoroso reinado, planeando vivamente sus días, que ya menguan a ojos vistas, sobre maduras cosechas y granados frutos, tan prietos que no dejan ven la tierra que los amamantó y nutrió. Y como es tiempo de dulzuras, a salvo de rigores climáticos, ni para un lado ni para el otro, igualmente lo es de miríadas de mieles de rosados panales apañados por laboriosas abejas y que a exquisitos paladares y manjares retan.
      Y sin serlo, de nimiedad mayor podría catalogarse a toda esa profusa labor dicha, ante lo que es su oficio de más trascendencia: nada más y nada menos que la del ser el dueño y señor permanente de dos estaciones, permitiéndose el capricho de liberar a una y de mandar a paseo a la otra; o, en espacios siderales más inabarcables y grandiosos, constituirse en infalible guardián, ¡ahí es nada!, de uno de los momentos estelares del astro rey en sus vagabundeos por el ilimitado universo, al que empuja a llegar tan alto que no cabe ni imaginarlo.