miércoles, 19 de noviembre de 2014

HAY PRISA EN LA MAÑANA OTOÑAL



      Estas mañanas otoñales, con tantas y tan variadas luces, tantas y tan multiformes nubes navegando por los cielos sin parar, tantos irisados colores en frondas y parques, invitan a pensar que no pretenden más que, dada la cortedad de las horas en que el sol brilla o las claridades lucen, darse una desusada prisa por mostrar cuanto ellas atesoran, cuanto antes, cuanto más pronto mejor, no sea que no tengamos tiempo de contemplarlas en lo que son, en lo que valen, en su formidable espectáculo.
           Toda esa premura de la naturaleza por expandirse, por abrirse y dar de sí lo mejor de ella, parece haber huido hoy de nosotros,  caminantes del mundo, que por aquí y allá andamos, recorriendo calles con pasos lentos y poco ánimo de emprender ningún atareado quehacer que no sea el de no hacer nada, tanto porque el día invita a ello como porque somos conscientes, o a nosotros nos lo parece, de que no vendrán en lo que queda de estación, muchos como estos, tan descaradamente primaverales.



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