Un desperezo prolongado, casi lánguido del tiempo, y ya está otro mes apresurándose por la estación, recién llegada al igual que él, como si le faltara el resuello, alígero, con el desmedido afán de recorrer su medido trayecto en no más horas que las acordadas, ni una menos ni una más.
Uno utópicamente quisiera que ese desbocado paso de los días, más calmado fuera, menos frenético y concienzudo y que alguna vez, algún mes, cediera en sus pretensiones de llegar cuanto antes a su esperado destino, que se detuviera para que el gozar de todo cuanto nos rodea tuviera una cierta demora, un regusto que no acabara nada más comenzar. Pero necio somos y necedades son las que manejamos ahora, en lo que mucho tiene que ver este gris amanecer con rescoldos de naranja en agraz que espera confirmación para hacerse mayor, para trocarse en claridad otoñal, pasajera también, como todo.
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