No es mi voz, Zaide, la atronadora de ningún profeta, ni oráculo que jamás erre, ni mis conocimientos son, por desgracia, los de alguno de los sabios que en el mundo quedan; no obstante, si de ayuda te sirven, tómalos, tuyos son que no míos. Te decía que hay juicios, sistemas y cosas, que, aunque no lo creas, si profundizas un poco, al alcance están de las mentes mas modestas, porque pensando sin premuras, sin irte en ello la vida, se penetra sin esfuerzo hasta en más lo hondo de los que se nos presentan como herméticos arcanos. Sin embargo te diría, que no hay enigma más indescifrable para el hombre que la mente de otro hombre, y ahí sí harías bien en detenerte antes de seguir. Como desvelar por eso el propósito de las humanas acciones tan agotador es, por muy incomprensibles o disparatadas que las considere, si no es algo que directamente te incumba o dañe a tí o a los tuyos, te aconsejaría que nunca lo intentaras, porque aunque el mismo suelo pisas que ellos, nada te va en lo que los demás a su conveniencia practiquen o digan. En último extremo, pregúntales por el significado de sus acciones, quizás entonces esclarecedoras, y aún dignas de loa, ante tus ojos aparezcan.
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