Trastornado e insufrible resultó abril. Algo debe estar fallando en el engranaje del tiempo, algún ajuste necesita la rueda de los meses para transcurrir como es debido y se espera de ella, porque no es normal esos altibajos, esa marcha hacia atrás y adelante, ahora frío ahora calor, ahora granizo, luego lluvia, tal un vendedor de géneros que en unos minutos muestra toda su variopinta mercancía, con ánimo de que alguno merezca la atención del comprador.
Y no sabemos si mirar con buenos ojos al mayo que entra, porque esa exaltación del trabajo con la que se presenta, era miel y hojuelas cuando lo había; una diversión para un logro que se suponía conseguido para los restos y que como los amaneceres nunca nos faltaría. Ahora que es un mal, sin solución a la vista, surge lo que debía ser una fiesta, como un poema truncado, como un verso que se busca inútilmente, pero al que no se le encuentra ni el ritmo ni la rima.
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